El exponencial desarrollo de la tecnología en los últimos años es patente y no pasa inadvertido para nadie. No obstante, nos ha salido un «hijo rebelde» que se resiste a los avances. Se trata de la acumulación de energía eléctrica en las conocidas y cada vez más usadas BATERÍAS.
Los primeros acumuladores de plomo se comercializaron en 1866 y es en el siglo XXI cuando aparecen en el mercado las baterías de Níquel-Cadmio y de iones de Litio.
Según la Ley de Moore, el avance tecnológico en general, ha supuesto una mejora de 10.000 veces en los últimos años y sólo 3 ó 4 veces en las baterías.
Son varias las compañías que investigan y desarrollan nuevas fórmulas para la mejora en este campo, como la israelí PHYNERGY, que ha conseguido alargar notablemente la autonomía con las baterías de aluminio-aire, pero todo apunta a que en breve, las actuales LiPo (polímero de Litio) serán sustituidas por las de Polímero de Grafeno.
El grafeno es un nanomaterial formado por carbono puro similar al grafito. Es transparente, con una altísima conductividad tanto térmica como eléctrica y genera electricidad al ser alcanzado por la luz.
Estas baterías aportan una autonomía 6 veces superior a las LiPo, se aumenta su vida útil 4 veces más, se cargan en pocos minutos y esta carga puede ser inductiva.
Esperemos que este letargo energético despierte de una vez…